Volaba sobre la supuesta tranquilidad de un mar tranquilo, azul y sin preocupaciones pero con soledad.
Volaba sin rumbo, sin orientación, había perdido la brújula; mis alas sólo querían liberarse y estirarse de camino a la libertad, libertad que supuestamente me llenaba pero que realmente no existía en mí.
Volaba y encontraba tanto vacío, aunque no se pueda creer muchos espacios están llenos de vacíos, y eso me llenaba. El vacío.
Volaba buscando ordenar las piezas de mi propio rompecabezas que era mi vida.
Volaba y te encontré. Eras una ave errante, no más que yo tal vez. Eras una ave que andaba con un rumbo fijo de querer llegar lejos, sin mirar a los costados, pero con un rumbo. Por lo menos.
Si nos encontramos en el camino fue porque éramos aves, aves de paso en este mundo, aves de paso en la vida, aves de paso en ese mar de soledad... Mar que estamos dejando juntos rumbo a la ciudad.
Vos has ordenado las piezas del rompecabezas de mi vida; no sólo has reorganizado todo, sino que has encontrado piezas perdidas en mi interior, y has añadido tus piezas para formar algo nuevo.
Sin duda me has hecho una nueva persona. Hoy no quiero pasados. Hoy soy YO y sólo YO.
Hoy miro la luna sobre un mar tranquilo y renovado, un azul brillante y triunfante. Sí, azul.
Hoy puedo ver ese claro resplandor en una delicada e iluminada noche.
Hoy la lluvia cae sobre nuestros hombros, nos renueva de paz y plenitud, nos llena el alma; y todo por esta felicidad enorme que me embarga y que hace que el cielo estalle en gotas de dulce y transparente lluvia, transparente como mi alma, transparente como este sentimiento.
Completamente encantada, completamente distinta y a la vez igual.
Soy una Gaviota, un ave pero ahora tengo un rumbo, sé a dónde quiero llegar, y no llegaré sin ti, a quien encontré estando yo perdida en un universo intranquilo.
***La suma de nuestros infiernos nos dio un paraíso.***
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